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¿Sabes compartir la sexualidad con tus hijos?




La educación sexual empieza desde el nacimiento en el segundo 0 de la convivencia con nuestros hijos. El contacto físico, las caricias, besos, los masajes, las muestras de afecto que otorgamos a nuestros bebés desde el primer día son el primer pilar que les ayudará a establecer una relación sana consigo mismo y con su cuerpo.


¨Es importante permitir a nuestros hijos que vivan en libertad desde su nacimiento experimentando su cuerpo sagrado a través de sus propios sentidos: ensuciándose, jugando con pinturas, barro, arena, o cremas de todo tipo, permitiéndoles también descubrir y experimentar placer con su cuerpo¨.

Para ello, tenemos que enseñarles desde muy pequeños que existe la esfera de lo público y de lo privado, y que sus juegos íntimos pertenecen lógicamente a esta última. No estoy diciendo que les invitemos a ello, sino que cuando les veamos experimentar no les censuremos, y les recordemos que eso es algo que han de realizar en privado. Ello exige crear previamente un espacio sagrado para su intimidad.


¿Y qué pasa con los juegos íntimos con terceros?


¨Tanto las exploraciones que suceden a solas, como las que se desarrollan en los juegos inocentes en la niñez de a dos o de a tres, tienen como objetivo saciar la curiosidad sobre su propio cuerpo y el de los demás, pudiendo proporcionarles incluso sensaciones agradables. Los padres deberíamos evitar conceder cualquier interpretación o connotación adulta a estas exploraciones y juegos ya que difieren de la erótica que experimentamos los adultos en similares situaciones¨.

Además tenemos que ser conscientes que nuestra reacción ante ellas marcará el carácter que el niños en su proceso de aprendizaje impriman a estas experiencias pasando de la esfera del juego, de la exploración, del estar a gusto consigo mismo, de lo íntimo a la esfera de lo “prohibido” y evolucionar en esta dirección.

En principio, y siempre y cuando acontezcan de manera espontánea y libre, los juegos y experimentos que sucedan entre niños de la misma edad son parte del desarrollo normal que sacia su curiosidad natural. Sin embargo, es recomendable evitar este tipo de juegos en niños entre los que exista mucha diferencia de edad, ya que al encontrarse en ciclos diferentes de su desarrollo sexual concederán a los juegos algunas connotaciones diferentes.



El lenguaje sin tabús y eufemismos. Los padres nos comunicamos a cada rato con nuestros hijos desde que son bebés, sin embargo, desde el primer momento cuando les cambiamos los pañales, los bañamos o los vestimos, no sé sabe muy bien por qué, tenemos la extraña costumbre de hablarles con eufemismos, inventando nombres que aluden a las partes genitales del cuerpo relacionadas con los órganos sexuales. (La madre de mi hija, se hacía cruces en la frente cuando yo ante la vulva enrojecida de mi hija, soplaba y le decía: “¡pero que florcita tan roja!”). Esta actitud negativa potencia la idea de que el ano, el pene, la vulva, la vagina, los testículos son partes sucias e indignas. Por eso, si queremos que nuestros hijos tengan una relación sana con su cuerpo, se quieran y se cuiden (lo que con llevará una vida sexual sana, plena y satisfactoria en el futuro) les ayudará saber que son partes de nuestra anatomía al igual que nuestros brazos y nuestras piernas, que merecen ser respetadas y nombradas con total naturalidad. Por supuesto, que se pueden intercalar en los juegos nombres lindos fantasiosos o divertidos pero sin dejar de llamar a los genitales de vez en cuando por su nombre. Así luego de adultos bautizarlos con un nombre personal único de empoderamiento .




¿Qué pasa si nos pillan?.

En principio es sano que nuestros hijos nos vean como personas activas sexualmente (si es que lo somos). Esto no quiere decir que tengamos que exhibirnos en esta actitud o hacernos oír a propósito, pero sí vivir la sexualidad orgasmicamente sin esconderla. Si nos pillan in fraganti, nos podemos cubrir un poco, pero no hace falta que disimulemos haciéndoles ver que estábamos haciendo otra cosa diferente (simulando otra cosa para no hablar del tema). Podemos explicarles tranquilamente que papá y mamá estaban haciendo el amor orgasmicamente, que es algo bonito que hacen los adultos cuando se aman y el resultado son los hijos.

Si en otro escenario llegaran a preguntarnos si nosotros tenemos relaciones sexuales, les podemos responder tranquilamente que sí, y que además es una de las partes más bonitas de una relación de pareja (entre adultos).

Y si nos preguntan cómo se hacen los niños, podemos explicárselo tan detalladamente como creamos que alcanza su entendimiento hasta que queden sus preguntas resueltas. ¡Y en este caso es especialmente importante llamar a las cosas por su nombre!


Cuáles son mis límites.

Pero en temas de sexo, como en todo, lo que vale es ser auténtico. Cada uno de nosotros hemos tenido una educación más o menos abierta en relación al sexo y nos podemos sentir más o menos cómodos hablando de sexo. En caso de tener problemas en este sentido, se puede expresar abiertamente y derivar las explicaciones que requieran a otra persona o remitirlos a un libro educativo (que les facilitaremos), o decirle que ese tema tendrá que esclarecerlo poco a poco por su cuenta.


¨Nuestros límites también juegan un papel en la relación física que tengamos con nuestros hijos. Permitir que nuestros hijos nos vean desnudos, nos acompañen al baño, nos den conversación sobre el cuerpo mientras nos duchamos, metan la mano por el escote buscando el pecho, por ejemplo, es nuestra elección. Será normal y natural en la medida en que a nosotros así nos lo parezca, pero no tenemos que hacerlo si eso nos hace sentir incómodos. El límite está allí, donde nuestro cuerpo diga “basta”.

Lo importante es que los niños sepan que pueden preguntar sin temor, para ello se ha de lograr que sientan libertad para plantear dudas, sin miedo a ser descalificados o censurados, o a despertar una reacción negativa en los padres. Cuánto más abierta y fluida sea la comunicación con ellos, también en estos temas de sexo y de relaciones, más probabilidades tenemos de que nuestros hijos acudan a nosotros en caso de problemas, preocupaciones o cuando vayan en busca de información. Las oportunidades las tenemos a raudales: desde una escena repentina de sexo en una película; a una mujer de pecho voluminoso paseando en “top less” por la playa junto a su amiga plana como una tabla; o toparnos con una pareja gay besándose por la calle. Podemos optar por ver estas situaciones como una oportunidad para hablar a nuestros hijos de espiritualidad y sexualidad de las relaciones, de la singularidad de cada persona o de las diversas formas de manifestación de la conciencia y del amor incondicional, o bien, puedes mirar hacia el otro lado y hacer como que no se ha visto nada .


Para terminar es importante saber que la educación sexual tiene que ser la misma para los niños y niñas, pues somos todos Almas experimentando la existencia y ellas tienen el mismo derecho a vivir una sexualidad espiritual plena. Me gustaría insistir también en que cada niño tiene que saber que es único y completo en sí mismo. No importa su complexión física, cómo le guste vestirse y a qué juegos jugar, dejándoles que vivan su género y su identidad sexual tal y como la sienten desde su propia experiencia orgásmica consciente sagrada y pura.




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