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LA INFANCIA, LA ADOLESCENCIA Y LA EDAD ADULTA EN LOS PLANOS BÚDICO Y ÁTMICO




Un alma recién nacida en el plano búdico es igual que un bebé recién nacido en el plano físico: es incapaz de hacer nada por sí mismo y depende plenamente de su Familia. El Gurú, el padre/madre espiritual es el responsable de su bebé recién nacido. El Gurú criará a su hijo/a enseñándole todo lo que necesita saber para desenvolverse en ese plano de consciencia. El alma irá madurando, irá aprendiendo cosas y haciéndose más fuerte en ese plano de consciencia. Según el hijo se vaya haciendo más fuerte, no solamente el padre/madre se irá haciendo más fuerte, sino que toda la Familia se fortalecerá. La infancia se vive en el plano búdico. En el plano búdico se experimentan los sentimientos de la Mónada.


La adolescencia es el paso del plano búdico al átmico, del plano de los sentimientos al plano de la voluntad Divina. Es la época en la que un alma “torpemente” empieza a hacer sus primeras tareas de “adulto familiar espiritual”, siempre bajo la tutela de su Gurú. Igual que todas las demás adolescencias, esta es una fase dificilísima ya que en esta época no se está ni en el plano búdico ni en el átmico, ni se es pasivo, ni se es activo. Una vez madurada el alma pasa al plano átmico donde vivirá su edad adulta familiar espiritual.



En el plano átmico se aprende lo que es la voluntad de la Mónada. Se aprende a ser la voluntad Divina, la voluntad de la Mónada. Llegado a este punto, uno se convierte en Gurú ya que está listo para formar su propia Familia la cual, lógicamente, nunca dejará de ser parte de la gran Familia Espiritual. El futuro Gurú bajará a la Tierra a buscar esas almas que ya están listas para ser iniciadas en su Familia Espiritual. El Gurú iniciará a sus discípulos y los guiará hasta la salida de la negatividad. Cuando el discípulo esté listo, el Gurú lo inseminará con la Semilla Divina y lo acogerá en su seno. A partir de ese momento, todos los sufrimientos de su feto/hijo, serán sus sufrimientos. Si alguien ha pensado que despertando en el plano búdico se acaban todas las penas, que se vaya deshaciendo de esa idea porque ni de lejos es cierta. Una vez que uno se deshace de su propia negatividad y entra en lo búdico-átmico le esperan esas mismas penas y sufrimientos que ha dejado atrás pero multiplicados por el número de hijos espirituales que se tengan. Una vez que el Gurú acoge a su hijo en su seno, todas las penas, todos los sufrimientos del hijo se convierten en suyos propios. Dentro del seno del Gurú se vive la descomposición del “yo negativo” lo cual puede llegar a ser un proceso muy doloroso y al Gurú ese sufrimiento le tocará vivirlo en primera persona. Si da la casualidad de que cinco de sus hijos están pasando por una crisis, el Gurú vive cinco sufrimientos simultáneamente. Así que no, el sufrimiento en el plano búdico-átmico no se termina, se multiplica. Claro que también se multiplica la capacidad de goce, la luz, la sabiduría, la fuerza, la consciencia… Cuantos más hijos tiene un Gurú, más goce, más luz, más sabiduría, más fuerza, más consciencia adquiere. La descendencia es la que empuja a la cúpula de la Familia Espiritual hacia arriba, los de abajo empujan hacia arriba a los de arriba y los de arriba tiran de los de abajo hacia arriba. radiodesnuda.com

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